El paso del tiempo al pasar sobre nosotros



La tinta se escapa entre las comisuras de mis labios. Rebosando, las esquinas de mi boca. No hay felicidad como la mía.
  He estado comiendo poesía.

Almizcle, a lo que huelen las Putas.



Lleva un tiempo sin pensarlo. Varios meses sin sentirlo.
Protegida al abrigo de un tiempo ocupado. Lleva tiempo sin ahondar,
sin buscar en los resquicios.
Deja las cenizas fundirse entre ellas, sin soplo de aire haciéndolas morir amargamente, obligándolas a un destino de calma y máximo letargo.






 
 

Recuerda lo que siente cuando lo hace y la punzada en su sexo cuando lo lee. Piensa que debería volver, probarlo de nuevo, pero es tal la paz al no volver a hacerlo, tal el placer mientras lo hace, que se debate en un fuero interno. Y eso le causa desazón y congoja. Desazón y sosiego.

Lleva unos meses feliz y así no puede escribir. No escribe. Así no vive.

Disparidad maldita fruto de un deseo, encaprichada de algún motivo. Musa, austera y almizcle.




Los pies descalzos sobre la montura



Aquí la historia baila ebria,

sin calzón y sin corpiño

Desnuda, buscando algo nuevo.

Aquí la poesía  vomita sangre y se le caen a pedazos los pulmones.

Desde aquí se huele su inocencia, bailando sus poros al suelo.
 
Sin decoro y sin destino.



Excesos





Sí... y soy mala como lo es el todo en un exceso que se me viene quedando pequeño y al que desbordo aun sin ganas.
Anclada al placer, sublevada a la espera.

Somos

 
 
 
 
Somos el placer sin culpa del ser humano hastiado

"Rojo, de mujer mala. Como la que vive en mi piel por tu culpa"

Es como si hablara en un susurro constante. Como si intentara erotizarte con la profundidad de mi voz... pero tú sólo bramas gemidos. Desespero.

Sueño en llamas… y despierto fría, como el mismo hielo.


Vacíos. Bucles. De uno a otro. Entre saltos interestelares como le gusta llamarlos. Amarga y ardiente. Con los ojos orbitando alrededor de su aorta. Contemplando de reojo el vaivén se sus aurículas. Presión en los tobillos, como cuando va a marearse. Nota el peso de su cuerpo en los pies y estos levitar sobre el terreno, saltando temblorosos de un agujero negro a otro. Levedad.

Vacíos. Colores aparte. Pero no hay remolinos en espiral. No hay atención ni sobresaltos. Es un inmenso hueco que permanece estático en mitad de un todo al que no quiere ponerle fin.

Sólo se deja llevar por el picor de los ojos. Sin tomar decisiones. Escupiendo diálogos entre estornudos. Con un sabor amargo que le araña en el fondo la garganta.

Palabras. No busca unirlas… solo dejarlas flotar. Picor en la yema de los dedos. Notando el diapasón sobre el que respira su cerebro. Automático, sin demasiados esfuerzos. No es momento de luchar. No hay fuerzas. Sólo espera a que se vaya tal como vino, sin apenas notarlo.

Diafragma distendido. No hay lugar para la tensión, no más allá de los tobillos. Como cuando se marea, como cuando sabe que va a vomitarlo.

No se encoje. Las articulaciones no se fuerzan. Sin pena. Y con la gloria escapándose por el techo de sus pies. Poetas. No hay fuerza. No hay entendimiento. Sólo un sentir que rasca el estómago. Profundo.

Espera a ver qué es lo que siente cuando deba enfrentarse a ello. Espera. Asoma el pescuezo por el precipicio esperando a ver qué sube. Esperando a que le explote en la cara. Pero con calma hasta llegar a esa tormenta.

Espera, quieta, y vacía. Intentando llenarse con palabras. Disimulando el hambre. Espera.

Escribe y se deja vaciar. Lo que sale por lo que entra. Lo que pierde por lo que no quiere ganar.

Se deshace en minutos. Los ventrículos se llenan despacio. Relajados. Mintiendo. Saben que tarde o temprano recibirán lo que necesitan. No cuestionan. Aceptan. Tranquilos. Blancos, rojos, blancos rojos. Se suceden. Se dejan llevar. No hay prisa. No hay preguntas. No quieren respuestas. No quieren responder. Aceptan y esperan. Al borde del precipicio. Del vacío. Esperan tranquilos. Hasta consumirse. Esperan. Cenizas.

No pide reclamos. No los quiere. Nunca los quiso.

Dame

http://www.fotolog.com/ste_peg/84885507



Dame la lentitud de tu tiempo... y verás cómo te atropello en mi estampida.

Fortuito fue el encontrarte, saberte libre y volver a acariciarte.


Como aquel día de aun-no-verano, día de tiempo inmaterial en el que se colaba el viento entre los dedos de los pies y una pizquita de sol asomaba por la comisura de mis labios. Recuerdo los mechones de pelo bailar al sol del canto de las palomas de los cables de alta tensión, porque allí no había pájaros, bonitos habían migrado, a un lugar más cálido, huyendo unos de otros supongo, persiguiéndose entre las nubes y bebiéndose el cielo a cada batir de plumas.

Recuerdo que no dejé de toser, me atragantaba tanta energía. Recuerdo que me vi obligada a tragarme el entusiasmo para poder respirar con más calma. Seguro que fue eso lo que me provocó la indigestión. La supervivencia siempre fue mi fuerte, carraspear mi puerta de atrás.

Recuerdo buscar letras y más letras acumuladas en estantes de ideas. Recuerdo buscar tu nombre y la curiosidad clavándose en mi espalda como un puñal cubierto de escarcha cada vez que lo pronunciaba en voz alta. Darme un aire de culta siempre me ha hecho crecer dos centímetros más por encima de las mentiras del resto de la gente.

Recuerdo mis dedos recorriendo el borde de cada volumen, haciéndole el amor al polvo que se incrusta por culpa del paso del tiempo, muy despacio, y con mucho arte, nunca conseguí hacerlo mejor. Nunca disfruté tanto buscando imaginación en el fondo de cada estantería, sosteniendo la tensión y apretando fuerte las rodillas para no desplomarme contra la pared repleta de arriba a abajo de pedacitos de alguien, de historias de quienes, de vidas plasmadas de finales inciertos.

Recuerdo el picor en mis dedos y el fervor hirviendo en mi tripa. Mis ojos proyectándose más allá de mi mente, atravesando los libros sin prisa, desguazando las sílabas. Recuerdo cada neurona de mi cerebro empapándose con la miel de cada título, pastoso el cuerpo y dulce el ensueño.

Rosas a trompicones por cada historia inventada, comprada y usada. Demasiadas violaciones literarias en una sola tarde, y es que, aunque el romanticismo me haga de capa, a mí los tumultos no me engañan, sé que la gente se baña con el arte sólo por el mero hecho de conseguir un regalo a cambio, como si la propia idea que están comprando no fuera suficiente para hacerles entender que un libro siegue siendo un pedacito de alma de su escritor.

Imagínate el sufrimiento, pedacitos de ti en manos de otros. Juzgándote por tu fachada  y por lo que sepas aparentar. Pedacitos de tus ideas manoseadas, intercambiadas de unos dedos sudorosos a otros, clavando sus púas e incendiando críticas que supondrán tus cenizas.

Yo no podría ver cómo me las arrancan y a cambio me ofrecen más papel, pero con menos sentido, a modo de compra-venta... tráfico de mi propia ingenuidad intelectual.

Empezaba a asquearme el convertirte en una burda especulación, pero necesitaba poseerte. Necesitaba encontrarte y fundirme en todas tus letras, envolverme en tus silencios, clavarme en todos tus acentos y sentirme desnuda frente al movimiento que en mí desata tu pluma.

El ajetreo que provocas en las piernas de mi curiosidad. La tensión que creas en los ligamentos de mis dedos. El deseo que provocas en mis muslos y la inquietud con la que golpeas  mis sienes. Soy vulnerable frente a tu ingenio, y como una niña de quince años me deshago frente a tu genialidad. Y es que necesito devorarte y tragarte entero. Impregnarme de tu falta de cordura, bañarme en tus quimeras y erigir aquelarres de pasión que disloquen mis sentidos hasta que tu entelequia sea capa de sofocar el grito que ebulle del fondo de mi estómago al saberte vivo y por fin poder encontrarte.

Nadie te sueña como mi insomnio.

Giraffe en flammes - Salvador Dalí

No nos sentimos con derecho a soñar. No me siento. Pues vaya usted a saber cómo acabará su sueño. Desgarrado en un sinfín de sin sentidos que nunca supieron ser dados, que nunca supieron saber ser entendidos. Enredados entre ideas de lo cierto, asumiendo una verdad que se inventa pues un sueño es sólo eso, y uno no lo sueña nunca dormido. Y con qué derecho lo termino, si mi sueño fluye él solo a merced de mis deseos. Y a razón de qué el raciocinio, y a razón de qué sentido alguno. Sentido lo siento, lo siento y lo sufro. Y por qué darme un por qué, y por qué no darme un sin más… Tu explicación es la que no vivo y si no la vivo prefiero matarla en tu silencio. Que pronto vendrá la noche y pronto se me acabará soñarte, pero entre tanto me deleito durmiendo al borde de tu abismo.

Óleo sobre madera, 35 x 27 cm
Basilea, Kunstmuseum Basel, Emanuel-Hoffmann-Süftung
El famoso motivo del cuerpo humano con cajones aparece varias veces en las obras dalinianas de 1936. El ejemplo más provocativo es una copia de la Venus de Milo, equipada por Salvador Dalí en las zonas del vientre, de los pechos, de la cabeza y de las rodillas con cajones extraíbles de coquetas borlas de piel, La síntesis de la belleza clásica, siempre admirada y citada en la pintura europea desde la Edad Media hasta la época moderna, no sólo se reduce a la condición de objeto en esta estatua clásica tan manipulada, sino que incluso es radicalmente cuestionada. En este caso se trata menos de los problemas que plantea el concepto de belleza transmitido por la Venus de Milo que de la tesis defendida por los surrealistas de que el idealismo, el equilibrio y la armonía del cuerpo humano representados por la estatua clásica reflejan una concepción resquebrajada.
Tras su bella apariencia se oculta lo inesperado, lo desconcertante, lo angustiante, idea visualizada en la imagen de los cajones que, supuestamente, facilitan el acceso al interior del ser humano.
Lo traumático de esta concepción se manifiesta en Jirafa en llamas (Giraffe en flammes), cuadro pintado por Dalí el mismo año que Venus de Milo con cajones. El blanco clásico de la estatua se ha convertido en un intenso azul fantasmagórico, el color de la noche que se extiende no sólo sobre el cielo, sino también sobre las dos figuras femeninas que se mueven lentamente como sonámbulas, con los ojos cerrados. Sus cuerpos, escuálidos y huesudos, impedidos por cajones, protuberancias naturales y muletas, tantean el camino con suma dificultad. La equilibrada posición de la Venus de Milo ha dado paso a un difícil número de equilibrio, al esforzado intento de alcanzar la estabilidad sabiendo que soportan el peso del misterioso contenido de los cajones. Las figuras se mantienen erguidas sólo gracias a sus muletas y quedan ciegas a merced de una noche que, supuestamente, debe interpretarse como alegoría; representa el «otro lado» de la persona, los ámbitos inconscientes de su propio yo, a los que no puede acceder ni es capaz de controlar racionalmente, a pesar de que condicionan su vida.
El ser humano no sabe adonde va ni qué es lo que le impulsa. Vive en un mundo que a él, que ha quedado fuera de la naturaleza, se le ha vuelto extraño. La jirafa en llamas podría concebirse como un símbolo del absurdo de la existencia humana en el mundo moderno. «En oposición al ser humano -escribe Wieland Schmied en Salvador Dalí. Das Rätsel der Begierde (Salvador Dalí. El enigma del deseo)- el animal es todavía la naturaleza en orden. Su esencia animal parece indestructible. La jirafa, que sencillamente se quema, está aliada con los elementos. Puede entregarse a las llamas sin pensar, sin pasión, sin perecer en ellas. El reino de la naturaleza, de los minerales, de los elementos es duradero y el animal forma parte del mismo. El ser humano por el contrario, está sometido al tiempo, al envejecimiento, a la fugacidad, elementos que han perfilado repetidamente a la sonámbula de nuestro cuadro en los rasgos de la cara, en las manos, en los movimientos.»

«Creo que en lo que hago soy un pintor completamente mediocre. Lo que considero genial es mi visión, no lo que en realidad ejecuto.»
Salvador Dalí

Ideas

Herbert baglione
Es estúpido.

Cuando lo miro, veo que es estúpido, porque cuando le das vueltas, cuando le das tantas, demasiadas vueltas a las cosas, lo único que consigues es que acaben perdiendo el sentido, y eso es lo que hago yo con mis obras, les doy vueltas, las dibujo desde mil perspectivas distintas, unas sobre otras, para hacerme una composición de lugar, para saber, en qué punto del cuadro estoy, soy, porque eso soy yo, yo soy mis obras. Son mis ideas. Yo. Pero las miro y pienso, cómo puedo ser esto, una persona normal no, no sería así, pero yo sí. Él lo llamaría exorcismo. Mis ideas, exorcismo, como demonios, ¿mis ideas son demonios que salen de mí? Cómo puedo ser eso. Cómo puedo sacarlo de mí, y no sentirme bien por abandonarlas, ¿por qué si atraviesan mi piel hasta llegar al lienzo me duelen, y una vez plasmadas no puedo dejar de sangrar?

Esta es mi obra. No tengo claro qué es. No quiero ponerles un nombre, no quiero hacerlas real. No creo que pudiera soportar la realidad. Pero están ahí fuera, como un ente aparte, pero sigo sintiendo el vínculo como si el cordón umbilical que nos une necesitara retorcer con fuerza mi cuello, para parar la sangre, para que no se alimenten de mí. No, no creo que estén hablando de mi muerte. Tampoco creo que estén definiendo mi vida. Quizás sean sólo producto de mi imaginación. Quizás imagine peor de lo debido.

Y qué se supone que tengo que hacer con ellas. ¿Guardarlas?¿ En algún tipo de desván, en algún sótano quieres decir?¿ O quemarlas? Creo que si las quemara nunca dejarían de arder. Las cenizas mancharían de nuevo mis manos, sentiría la necesidad de introducir las manos en mis cenizas, de tocarlas, de tocarme, lo más profundo de mi. Atravesarían los poros de mi piel, hasta llegar a mi cerebro, hasta mi imaginación y volverían a reunirse, a conformar la imagen que necesito que salga de mí, en mil ángulos, en mil formas distintas, en mil detalles, en mil perspectivas, porque yo soy así, yo no puedo dejar de darles vueltas a las cosas.

No tengo claro qué pretendo, ni qué conseguir a cambio. No sé si algún día dejarán de representarme, creo que en el fondo me da miedo que lo hagan, porque entonces serán sólo pinturas, sin vida, y si ellas eran yo, yo dejo de ser.

¿Que por qué nos las pinto en las paredes? Es que acaso querrías ver esto todos los días, todas las mañanas al despertarte?¿Querrías verme a mí?

Eso es estúpido.

A lullabye...



A lullabye

Y qué es Justicia cuando tus cantares derriten los polos? Cuando funden mi Norte y pierden tu Sur?
Qué es justicia cuando Roma se convierte tan solo en un cruel esbirro de sus caminos?

Qué clase de cuna y qué clase de canción crees que van a elevarte por encima de tus sueños,  y sobrevuelen todos tus males, mirándolos con impotencia desde arriba fingiendo que ya no te importan?
En qué clase de desierto crees que vas a esconderte? Y de qué y de quién si no sabes dónde. Sólo que lo más probable es que me encuentres  allí también. Sabes, como yo, que la miseria ama la compañía.



Quién crees que va a recoger los pedazos, si sabes que vas a deshacerte en nada, que vuelas libre, y los buitres no podrán clavarte las garras. Que eres puro deseo y como trampa afirmas la contención. Cómo vas a dejar que te condenen, si sabes que formas parte del aire. Y que el aire se pudre si no le dejas soñar.

Qué cuna vas a mecer... y con qué manos manchadas de mentiras, que rozar el agua con la palma ya no es suficiente cuando lo que queremos es mordernos las tripas.

Pero somos burdos en las formas, y cándidos de corazón, rápidos en la respuesta, dulces en el pensamiento y amargos en la acción. Nos afeitaremos la cabeza y cambiaremos el nombre, quemaremos la cuna… y en la cobardía amaremos al inocente que tragó nuestra culpa y aguantó nuestra respiración.
Sí. Sonríe al jurado, busca simpatía y ruega clemencia, porque yo nos declaro culpables, aunque sólo sacrifiquemos palabras.

A lullabye … a lullabye don't always turn to a dream.

You know that I'm no good



Sólo me queda el fuego, te venderé un par de gramos si quieres probarme.
Si sientes el miedo puedo mostrarte sólo la mercancía que cuelga de los ganchos de la pared, puedo subirte ahí a ti también si es lo que quieres.
Puedo pesarte el deseo y envolvértelo entre mentiras, te garantizo la mayor inquietud.

Puedo llevarte donde quieras y amarte en la cuneta o… puedo llevarte donde quieras.
Puedo ser quien quieras que sea, puedo ser cualquiera.
Puedo acabar contigo y hacerte renacer. Verás el mundo a través de mis sentidos.
Atropellaré tus percepciones y mancharé con mi sudor tus pensamientos.
Puedo desesperar tu calma y desnudar tu ambición. Te intoxicaré de sed si me lo pides.

Puedo destrozar tus labios, puedo ensuciarte en mis besos si lo ansías.
Puedo desgarrarte, destriparte y meterme dentro de ti, hasta que me sientas, hasta que formes parte de mi sangre, hasta que te duelan las venas y maúlle tu miedo.
Puedo maltratar tu cuerpo entre muelles y chillidos, machacar tus huesos, doblar tus tibias bajo mi voluntad, enredar tu fémur en mis costillas y hacer bailar mi lengua al son de tus latidos.
Me comeré tu piel. Saborearé tu vida, romperé tu sonrisa y masticaré fuerte tus dientes, fundiré tu garganta con mis palabras, sentiré el sabor de tus pulmones y la incertidumbre de tu estómago. Me beberé los escalofríos de tu espalda, envolveré mi pasión en tus minucias. Recogeré la siembra de mi paso cuando ya no seas nadie y cuando ya no puedas nada.

Podemos hacer un pacto, un trueque, un cambio o simplemente jugar… podemos dormir en un rincón o rodar por las paredes. Podemos ser lo que me pidas.

Hoy sólo me queda el fuego, hoy soy sólo un puto animal.


Di que no vas a volver, que ahora ya no puedes, di que lo peor que has podido hacer es mostrar interés por conocerme.

Simplemente


Hoy voy a escribirte sin necesidad de contarte nada.  Porque quiero y porque el blanco resalta mis ansias, así que te escribo. Haré un cuento de relatos cortos sin final feliz, e incluso sin final. Historias abiertas, de esas que dan de hablar, como cuando sales del cine y te maravilla el mundo inventado y el que inventas y te sonrojas al darte cuenta de que no tienes los súper-poderes que te hacen no ser tú... y decides volver al mundo real con una triste sonrisa, poco precisa pero bastante acertada, que te proteja frente a cualquier otro mal momento.

 Y escribo tan solo por puro placer, porque las ideas se me agolpan tras los ojos y los hacen latir con fuerza, y mis dedos van más rápido de lo que puedo controlar, es como si intentara liberarme, y es una idea que se enzarza con otra y un sinónimo que se enreda con su contra hasta que pierde todo sentido, hasta que deshago el hilo de mi conversación personal  y me paro a leer lo que ha salido de mí, y que por lo tanto es mío, y que por ende es yo. Y me sorprendo al darme cuenta de que me hallo un sentido dentro de mi propio caos, y que si algún día, en algún preciso momento, en un exacto segundo, mi mente decidió pensar lo que pensó es porque en ese preciso momento, en ese exacto segundo yo fui yo y nada más que  yo. Y me compongo de pequeños momentos, soy mis exactos segundos y mucho tiempo perdido, pero me encuentro cuando me descubro sola y no me pienso y me dejo llevar, no cuando me busco.

Y pierdo la fuerza, se acaba el río de ideas, la púrpura de mis conexiones, se acaba la poca originalidad que pueda existir en mí, se acaba, y yo me siento agotada, porque me he esforzado en aislarme del ruido de la calle, del ruido de mi cuerpo, y no pienso, sólo leo lo que pienso. Y me agota, me canso tanto, me desespera tanto esta corriente de nerviosismo escrito que hasta que no lo vomito no me puedo dormir. Me recuesto sobre el respaldo del sofá, cierro los ojos, y pienso en lo bien que me sienta manchar con mis  letras tu  fondo blanco. Y así duermo. Simplemente vivo.

"y sufrir por la vida y por la sombra y por lo que no conocemos y apenas sospechamos"



http://www.fotolog.com/ste_peg/

Me he convertido en piedra. No sabría decirte cuando sucedió, y creo que tampoco sabría decirte cuando conseguí darme cuenta. Pero lo soy, me he convertido en piedra.

Ahora no soy más que un atisbo del muro que levanté hace tiempo y que esperaba la furia de las olas con disciplina. Ahora no soy yo. Soy sólo piedra.
Pasé de ser gris a ser perla nacarada, en contra de todo pronóstico. Ahora me reviste un halo de calma y aun así no estoy conforme. Me duele. Me pica.

Me duele ser yo, no todo lo demás. Por eso soy piedra. Porque no siento los golpes de fuera. No siento el viento ni siento la sal perforando mi caparazón y ensuciando mis entrañas. Sólo siento dentro, me siento a mí, y me duelo.

I know that spitting is a bad habit, but i can't help the taste...

I know that spitting is a bad habit, but i can't help the taste...

Que yo soy de leer cosas raras, y de escribir cosas aun peores...


Tú dices... yo imagino

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