Fortuito fue el encontrarte, saberte libre y volver a acariciarte.


Como aquel día de aun-no-verano, día de tiempo inmaterial en el que se colaba el viento entre los dedos de los pies y una pizquita de sol asomaba por la comisura de mis labios. Recuerdo los mechones de pelo bailar al sol del canto de las palomas de los cables de alta tensión, porque allí no había pájaros, bonitos habían migrado, a un lugar más cálido, huyendo unos de otros supongo, persiguiéndose entre las nubes y bebiéndose el cielo a cada batir de plumas.

Recuerdo que no dejé de toser, me atragantaba tanta energía. Recuerdo que me vi obligada a tragarme el entusiasmo para poder respirar con más calma. Seguro que fue eso lo que me provocó la indigestión. La supervivencia siempre fue mi fuerte, carraspear mi puerta de atrás.

Recuerdo buscar letras y más letras acumuladas en estantes de ideas. Recuerdo buscar tu nombre y la curiosidad clavándose en mi espalda como un puñal cubierto de escarcha cada vez que lo pronunciaba en voz alta. Darme un aire de culta siempre me ha hecho crecer dos centímetros más por encima de las mentiras del resto de la gente.

Recuerdo mis dedos recorriendo el borde de cada volumen, haciéndole el amor al polvo que se incrusta por culpa del paso del tiempo, muy despacio, y con mucho arte, nunca conseguí hacerlo mejor. Nunca disfruté tanto buscando imaginación en el fondo de cada estantería, sosteniendo la tensión y apretando fuerte las rodillas para no desplomarme contra la pared repleta de arriba a abajo de pedacitos de alguien, de historias de quienes, de vidas plasmadas de finales inciertos.

Recuerdo el picor en mis dedos y el fervor hirviendo en mi tripa. Mis ojos proyectándose más allá de mi mente, atravesando los libros sin prisa, desguazando las sílabas. Recuerdo cada neurona de mi cerebro empapándose con la miel de cada título, pastoso el cuerpo y dulce el ensueño.

Rosas a trompicones por cada historia inventada, comprada y usada. Demasiadas violaciones literarias en una sola tarde, y es que, aunque el romanticismo me haga de capa, a mí los tumultos no me engañan, sé que la gente se baña con el arte sólo por el mero hecho de conseguir un regalo a cambio, como si la propia idea que están comprando no fuera suficiente para hacerles entender que un libro siegue siendo un pedacito de alma de su escritor.

Imagínate el sufrimiento, pedacitos de ti en manos de otros. Juzgándote por tu fachada  y por lo que sepas aparentar. Pedacitos de tus ideas manoseadas, intercambiadas de unos dedos sudorosos a otros, clavando sus púas e incendiando críticas que supondrán tus cenizas.

Yo no podría ver cómo me las arrancan y a cambio me ofrecen más papel, pero con menos sentido, a modo de compra-venta... tráfico de mi propia ingenuidad intelectual.

Empezaba a asquearme el convertirte en una burda especulación, pero necesitaba poseerte. Necesitaba encontrarte y fundirme en todas tus letras, envolverme en tus silencios, clavarme en todos tus acentos y sentirme desnuda frente al movimiento que en mí desata tu pluma.

El ajetreo que provocas en las piernas de mi curiosidad. La tensión que creas en los ligamentos de mis dedos. El deseo que provocas en mis muslos y la inquietud con la que golpeas  mis sienes. Soy vulnerable frente a tu ingenio, y como una niña de quince años me deshago frente a tu genialidad. Y es que necesito devorarte y tragarte entero. Impregnarme de tu falta de cordura, bañarme en tus quimeras y erigir aquelarres de pasión que disloquen mis sentidos hasta que tu entelequia sea capa de sofocar el grito que ebulle del fondo de mi estómago al saberte vivo y por fin poder encontrarte.

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I know that spitting is a bad habit, but i can't help the taste...

I know that spitting is a bad habit, but i can't help the taste...

Que yo soy de leer cosas raras, y de escribir cosas aun peores...


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